Los Raqueros en el incendio de Santander es un cuento de Felipe Badía
Un cuento de Felipe Badía dedicado al colegio en el que trabajó durante 33 años, La Anunciación, y a la iglesia de la Compañía, que quedó en ruinas por culpa de las llamas.
-¡Vaya ventolera que se ha levantao! –gritaba la Chulilla, mientras quitaba la colada del tendal, asomando la cabeza por el ventanuco de la cocina de un tercer piso sin ascensor del número 2 de la calle Tetuán, antes de que se llevara la ropa el vendaval hasta el dique de Gamazo.
-Espero que los mellizos (Proa y Popa) vengan derechitos a casa del colegio a merendar y para hacer los deberes. Este viento sur, muy molesto, no me gusta ni un pelo –comentaba la madre en el portal con un vecino.
-Yo les he visto por la zona de la lonja –advirtió Pin Peñucas-. Estaban en el muelle de Puertochico, con Borda y Boya, descargando maganos y pulpos del bote de Kalín.
-¡A ver si le sisan unos chipirones al gasolinero de la dársena del puerto y hoy tenemos cena gratis! ¡Ja, ja, ja! –respondió Gertru al hostelero del barrio de los pescadores.
-Ese paisano es más agarrao que un chotis, ja, ja, ja, no les deja ni las espinas de los bocartes a los gatos. Si le mangan unas amayuelas o unos muergos te puedes dar con un canto en los dientes –contestó el inquilino de la planta baja.
-¡Gertru, Gertru…! ¿No te huele a quemao? –preguntó Gelo, camarero del Rte. Marucho.
-Javichu del Rte. La Gaviota está preparando unas sardinucas asadas para Walter y otros juntaletras de Radio Macuto, han hecho una apuesta, son unos triperos, gana el que coma, sin quitarlas la cabeza ni las tripas, más sardinas frescas del Cantábrico en cinco minutos –explicó Gertru.
-No es normal, hay demasiado humo, se nos quema la bahía de Santander, la más bonita del mundo mundial –apuntó Curro Zorrilla.
-No seas mindundi, ya sé que es una broma, ni pájaro del mal agüero, el agua del mar no es inflamable. Recuerda que la explosión del vapor Cabo Machichaco, fue un suceso gravísimo, estamos en febrero de 1941, cargao con 1700 cajas de dinamita y 20 botellas de ácido sulfúrico, se produjo en el siglo XIX, el día 3 de noviembre de 1893 –explicó Gertru, siempre muy bien informada, la historia de España le apasiona.
-Que yo sepa, tampoco ningún barco merlucero ha perdido gasoil en la barriada, está muy caro y escasea, ja, ja, ja, solo tú pierdes aceite por la juntaculata –sentenció el jefe de escalera.
-En fin, dormiremos con las ventanas cerradas, si lo permite el viento, para no intoxicarnos, y no apagaré la emisora esta noche, es lógico que mañana no salgamos a pescar –advirtió el presidente de la Cofradía de Pescadores de Santander.
Borda, capitán de la cuadrilla de raqueros, muy asustao, se acercó corriendo a su domicilio:
-Mamá, mamá, se han suspendido las clases, gracias a Dios no hubo ningún lesionado, las porterías de fútbol y las canastas de baloncesto, menos mal que no era la hora del comedor, salieron volando hasta la cocina.
-Esta galerna, no salgáis de casa hasta el lunes, va a causar más de una desgracia en Santander –respondió Benita, su abuela materna.
-Abuela, me marcho a la ciudad, vamos a hacer una cadena humana pa subir agua, si esto fuera necesario, a los pisos más altos de los edificios del casco viejo –se despidió Borda.
-¡Calamidad! ¿Adónde vas con el cubo de la fregona? ¡No hagáis ninguna locura! ¡Tened mucho cuidado! ¡Ojalá caiga un chaparrón que rompa los cristales de la estación…! –sentenció la Sra. Benita.
En 1941 España sufre una durísima posguerra, puesto que a la Guerra Civil (1936/39), finalizada hacía solamente dos años, se une también que la Segunda Guerra Mundial se encuentra en marcha en el continente europeo, dificultando la reconstrucción de nuestro país. Debido a la extrema pobreza de este periodo, se suceden todo tipo de accidentes que provocan enormes pérdidas materiales y también humanas.
-No levantamos cabeza –apuntó Borda-, “a perro flaco todo son pulgas”, voy a buscar a Boya, Proa y Popa, nos espera la operación: “EDIFICIO QUEMAO, RAQUERO CABREAO”. Sí, repito: “EDIFICIO QUEMAO, RAQUERO CABREAO”.
-A ver en qué lío vos vais a meter esta vez, no está el horno pa bollos, no vaya a ser que vayáis a por lana y volváis trasquilaos –advirtió Kalín, atento a la conversación de los chavalines.
El elemento desencadenante de la catástrofe fue el fuerte viento de dirección sureste que, desde la tarde del sábado, 15 de febrero de 1941, azotaba en la ciudad. Se calcularon rachas, desconocidas en el Cantábrico, superiores a los 180 km/h. El incendio, parece ser, se inició cerca del puerto, en una pensión del nº 20 de la calle Cádiz. Avivado por un fuerte viento sur las llamas alcanzaron pronto la Catedral que, por estar situada en la zona más alta de la ciudad, se convertiría en un potente foco difusor del fuego hacia las calles más próximas.
Como estaba previsto, los cuatro colegas se concentraron, era un lugar seguro, durante la Guerra Civil se usó como refugio antiaéreo, en la entrada del viejo túnel de Tetuán, inaugurado en 1892, pero tuvo un corto recorrido, ya que fue cerrado al tráfico ferroviario en 1911. El primero, como siempre, en tomar la palabra, fue el capitán de la cuadrilla:
-¡Atención camaradas! No pensaréis, resultaría ridículo, este suceso es especialmente grave y peligroso, sofocar las llamas llenando los orinales y orinando encima de las brasas. En primer lugar, espero que ninguno vaya en paños menores, vestiros adecuadamente –ordenó tajantemente Borda-. No somos apagafuegos, solamente bomberos voluntarios, coged los remos, los salvavidas, los manguitos y las botas de agua, vamos a remar hasta la Grúa de Piedra.
Milagrosamente, la bahía santanderina se había convertido en un desguace de botes y barcos de recreo, calaos hasta los huesos, llegaron a su destino. Allí mismo, el mercante “Turia”, amarrao en el muelle del Almirante, lanzó una plegaria a todo el mundo:
“SOS, SOS, SOS, SANTANDER EN PELIGRO, SOS, SOS, SOS, SANTANDER EN PELIGRO, SOS, SOS, SOS”
-¿Se puede saber de una puñetera vez cuál es el primer reto que tenemos que cumplir? –preguntó, más cabreao que una mona, Boya.
-¡Cállate! ¡Silencio! ¡Cállate! Proa, mete piedras en los bolsillos –ordenó Borda-, espagueti andante, si no quieres que el viento te arrastre al agua con los mules carajoneros.
-Sí, metí unos plomos y algunos anzuelos en los bolsillos del pantalón que, por cierto, se me están clavando en la entrepierna –respondió el chico más joven de la cuadrilla.
-Antes de que se derrumbe la cúpula y de que estallen las vidrieras de la catedral gótica de Santander, nuestro primer objetivo, pobrecitos, ya sufrieron bastante en la época de los romanos, será salvar las cabezas de los patronos de la ciudad, San Emeterio y San Celedonio –dispuso Borda,
-¡Cómo pesa! ¡Ya tengo en mis brazos la cabeza de uno de los santos! ¡Quemaaa…! Menos mal que no son de carne y hueso, la voy a posar un momento dentro de la pila bautismal, echaré agua bendita pa que se enfríe –explicó Proa-. ¿Dónde la dejo ahora?
-Perfecto, la otra reliquia la cogió Boya, vais a llevarlas, está aquí al lado, una pareja de la Guardia Civil os abrirá el portón blindao, a la caja fuerte del Banco de España –consignó el capitán de la camarilla- Por favor, ni se os ocurra, los tienen contaos, birlar ningún lingote de oro.
-El padre de nuestro maestro es joyero, le podíamos llevar un lingoncito de medio kilo para que nos prepare unas medallitas pa´l campeonato playero que jugamos todos los veranos en la Segunda Playa de El Sardinero –propuso Boya.
-Tú estás como una regadera, ese oro, con incienso y mirra, lo llevan los Reyes Magos de Oriente en la Cabalgata para entregárselo en Belén a Jesús de Nazaret –respondió Proa, monaguillo de D. Alberto Pico.
“SAN EMETERIO Y SAN CELEDONIO SUFRIERON UN INFIERNO”
-¿Qué os parece si entramos en el edificio de Correos? El viento es muy fuerte, casi no podemos caminar, nos va a tirar. Uf, las gaviotas reídoras están revueltas, acabo de ver caer a la bahía el mástil con la bandera de España del Gobierno Militar y las pedreñeras no han podido salir para Somo –advirtió Popa.
-Sí, en Correos podemos descansar, a lo mejor ya ha llegao el paquete con los regalos de Reyes que nos ha enviado mi tío Berto, emigró a México, como miles de compatriotas –aprovechó para explicar Boya-. Aunque supongo que los funcionarios estarán muy ocupados enviando centenares de telegramas solicitando ayuda a todos los parques de bomberos de las diferentes capitales españolas.
-Hoy no han salido los motocarros a realizar el reparto diario de la paquetería, serán muy útiles para realizar la mudanza de los enseres de las viviendas que no hayan resultado pasto de las llamas -comentó Popa.
-Caen del cielo, como cuchillos boniteros, esto se está poniendo muy feo, pedazos de cornisa, miradores, contraventanas y tejas –precisó Borda-. Las cafeterías se han convertido en trincheras, pero también resultan peligrosas, las sillas salen despedidas, revientan las lunas de los escaparates y, lo que faltaba pa´l duro, se ha caído la red del tendido eléctrico, nos estamos quedando en tinieblas.
-No veo al barquillero de la Vega de Pas, es una persona muy sensata, con la ruleta y los barquillos, en los Jardines de Pereda. Hay un trajín tremendo, to´l mundo, con lo puesto, escapa pa´l Sardinero. Vamos a abrir las compuertas del estanque, si no queremos que terminen asaos, pobrecitos, para dejar libres a los patos, a las ocas y a los cisnes –ordenó Borda.
En general, el fuego, lo veremos más tarde, afectó a las calles estrechas (salvo la calle Atarazanas), con edificios básicamente de madera y con miradores que facilitaban la difusión de las llamas. El resultado de este siniestro fue la destrucción casi completa de la zona histórica de la ciudad, de la mayor parte del casco antiguo (37 calles), sobre todo la Puebla Vieja, y de los edificios más modernos levantados en su recinto. En total, desaparecieron 400 inmuebles, bloques en gran parte ocupadas por clases populares, entre viviendas y comercios (Droguería Pérez del Molino, Confecciones La Novedad, Óptica Samot, Librería Religiosa, Perfumería Güezmez, Zapatería La Antigua, Floristería Rebolledo, Relojería Setién, Fotografía Pablo Hojas, Mercería Santamaría, Almacenes Jaime Ribalaygua y Laínz, Sastrería Garayo, Calzados Pákar, Regalos Mendiolea, Ferretería Ubierna, Juguetería Palacios, etc.).
-Me rutan las tripas, vamos a ver si encontramos algo que llevarnos a la boca en el Mercado de la Esperanza, detrás del Ayuntamiento. Vecinos de Monte, Cueto, Peñacastillo y San Román venden productos de la huerta y también conejos, pollos, huevos, quesos, sobaos, quesadas pasiegas, etc. Esta iglesia, ateos, je, je, je, que tenéis delante de vuestras narices, es “La Anunciación”, su párroco es el reverendo D. Pedro Miguel Rodríguez. ¡Cuidado! ¡Os va a caer encima del cráneo el órgano que estaba en el coro! Antiguamente, fue un colegio de la Compañía de Jesús (siglo XVII), del que hoy solo queda la iglesia –explicó Popa-. Mi prima Pituca hizo la primera comunión, el día del Corpus Christi (30 de mayo), en esta parroquia.
El Colegio “La Anunciación”, ubicado en la calle San Celedonio nº8, hasta allí no llegaron las llamas del Incendio de 1941, tiene una larga historia, seguramente sea el segundo más antiguo de la ciudad de Santander. Esta escuela parroquial, de iniciativa diocesana, surgió como respuesta a la necesidad que había en la capital santanderina de más centros educativos, proponiéndose desde su inicio la formación integral de alumnos pertenecientes a familias desfavorecidas. Su fundación, corría el año 1892, un año antes de la traumática explosión del vapor Cabo Machichaco, Manuela Ajete donó esta casa y algunos terrenos adyacentes al Obispado de Santander, responde a las gestiones del Obispo de la Diócesis, D. Vicente Sánchez de Castro.
Los Salesianos, siendo una orden religiosa de reciente creación y reconocido prestigio, se encargaron de la tarea educativa. El colegio, en su primera época se denominó "San Andrés de Viñas", ya que este tramo de la calle San Celedonio se llamaba entonces calle de Viñas, también recibió el nombre de escuelas de "Don Bosco", siendo un referente educativo y cultural para la ciudad, toda vez que además de la tarea docente propia del mismo, desarrolló una serie de actividades, fuera del marco escolar, que tuvieron una amplia repercusión entre los santanderinos (Banda de Música, Batallón Infantil, etc.). Dada la escasa capacidad del mismo, por la excelente labor que realizaba, miembros muy destacados de la sociedad santanderina, con el escritor de novela costumbrista D. José María de Pereda a la cabeza, se construyó el actual colegio "María Auxiliadora" (Salesianos) en General Dávila. Por el colegio pasaron docentes tan insignes como Jesús Carballo, fundador del Museo Regional de Prehistoria y Arqueología de Cantabria, y personalidades tan importantes de la cultura como el historiador y periodista Simón Cabarga y el poeta José Hierro.
El 13 de agosto de 1936 el Frente Popular requisó el colegio y lo transformó en prisión. A pesar de todo, los hermanos Salesianos continuaron viviendo en el mismo, responsabilizándose de la custodia de los presos, donde sufrieron cautiverio y fueron martirizados los monjes del Monasterio de Viaceli. Finalmente, el Gobierno de la República incautó el colegio ordenando dispersarse a la comunidad religiosa.
La parroquia de “La Anunciación”, afectada por el incendio de Santander en 1941, encontrándose en proceso de reconstrucción, no así los locales y distintas dependencias de la misma, obligó al párroco, Don Fernando Velasco, a solicitar al Obispado la utilización del colegio para fines parroquiales. El 13 de mayo de 1942, el Obispo de la Diócesis, D. José Eguino, accedió a esta solicitud, quedando ubicados en el colegio la sede de Acción Católica, círculos de estudio, roperos litúrgicos y de pobres y la catequesis de niños y adultos. El 7 de mayo de 1942, después de celebrarse la última misa en la capilla de Viñas, la comunidad salesiana abandonó el colegio trasladándose definitivamente al de “María Auxiliadora”.
-¿Se puede saber por qué nos has soltao este rollazo? –preguntó Boya.
-¡Mequetrefe! ¡Ten un poco de educación! Aunque no venga a cuento, Felipe Badía, nuestro jefe supremo, ja, ja, ja, se jubiló el día 9 de abril de 2024, ha sido director pedagógico y ha trabajado como maestro especialista en Filología Francesa, Ed. Física y Ed. Infantil, fue tutor en Ed. Primaria y profe de Matemáticas y de otras asignaturas en EGB nada más y nada menos que durante 33 años (1991/2024) en el Colegio “La Anunciación”. Creo que se merece un modesto homenaje y el reconocimiento de esta cuadrilla de raqueros –aclaró Borda a sus compañeros de fechorías.
-¡Bravo, Felipe! ¡Eres muy grande! –gritó Popa-. ¡Felicidades, jubilata!
-No perdamos el tiempo, Felipe se va a mosquear, aunque nunca ha sido una persona violenta, y nos va a pegar una colleja, ya están recogiendo los puestos del mercado, no nos van a dejar ni las peladuras que se llevan los porqueros a las porquerizas de los barrios de Cueto, San Román y Monte –apuntó Borda.
-Esperemos que algún alma caritativa nos regale unas latucas de sardinillas o de mejillones en aceite, tenemos más hambre que el perro de un gitano, y podamos prepararnos, in situ, unos bocatas, aunque sea con pan duro –apuntó Boya.
-Cuidado Proa, ese gato negro está al acecho, te va a comer las sardinillas, no apoyes la lata en la escalinata de la iglesia de San Francisco –indicó Borda.
-Voy a llevar el gato a la Botica de Socorro, tiene quemao el rabo, para que se lo curen –observó Proa.
Borda, contestó:
-La Botica de Socorro no es una clínica veterinaria, cabeza de chorlito. Si eres capaz de cogerlo, algo que yo dudo, eres más lento que una carrera de caracoles con muletas, enchúfale con la manguera del jardinero, pero no gastes mucha agua, necesitaremos hasta la última gota, dado el panorama tan incierto que se nos avecina.
“RAQUERO ESPABILAO NO PERDONA BUEN BOCAO”
-Parece que el huracán afloja, pero tenemos que presentarnos en la Biblioteca, en la casa-museo de Marcelino Menéndez Pelayo y en el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo para rescatar todas las novelas, enciclopedias, esculturas y cuadros que nos dé tiempo –concretó Boya.
-¡Tú flipas…! El último libro que leíste, analfaburro, no es mala idea de todos modos, fue la cartilla de Paláu, en la escuela de parvulitos, con la señorita Adela -objetó Borda.
-Eso no importa, esta Biblioteca dispone de unos 42.000 volúmenes, no podremos salvarlos todos, es imposible, pero guardaremos en los sótanos los incunables (siglo XV), varios textos autógrafos de Quevedo, los melindres de Belisa de Lope de Vega, algunas obras literarias de incalculable valor, los comentarios de Santo Tomás de Aquino a Aristóteles, etc. –propuso Borda.
-Yo pensé que íbamos a rescatar de la hoguera El Quijote de Miguel de Cervantes, El Camino de Delibes, Cien Años de Soledad de García Márquez, Luces de Bohemia de Valle Inclán, Nada de Carmen Laforet, La casa de Bernarda Alba de Federico Gª Lorca, Rimas y Leyendas de Bécquer, Don Juan Tenorio de Zorrilla, Peñas Arriba de José Mª de Pereda o El Lazarillo de Tormes –puntualizó Popa.
-Amiga, lógicamente, esta Biblioteca dispone de los títulos más importantes de la literatura universal, pero estos libros los puedes comprar, amenanzan con cerrarla, en la librería Estudio de la calle Burgos –contestó Borda.
“LIBRO CHAMUSCAO, RAQUERO DESANIMAO”
-Bueno, si os parece bien, sigamos con la operación: “EDIFICIO QUEMAO, RAQUERO CABREAO” –propuso Proa-. Nuestro próximo objetivo, lo tenemos delante de las narices, es el Museo de Bellas Artes de Santander que cuenta con una notable colección de pintura y escultura, de los siglos XV al XX, de las escuelas italiana, flamenca y española.
-A mí me gusta mucho el flamenco, ¡ole, ole, olé!, cuando sea mayor quiero bailar en la Feria de Abril de Sevilla, ¡ole, ole, olé! –comentó Popa.
-Señorita, espabila, estamos en un museo de pintura no en una escuela de baile, aquí no se baila flamenco, tampoco en Bélgica, son muy aburridos, solo comen mejillones, el flamenco es el ciudadano natural de Flandes. Y como buena defensora de los animales y de la naturaleza sabes perfectamente que también es un ave esbelta con patas muy largas y cuello estirao –explicó Borda.
-¡Oye, ese tío es más feo que un cartón meao! –exclamó Boya.
-¡Un respeto, colega! Este señoruco, tan elegante, del cuadro, lo ha pintado Francisco José de Goya, es Fernando VII, llamado “el Deseado” y también “el rey Felón”, soberano absolutista, no es santo de mi devoción, que nos vendió a los franceses. Sus súbditos le consideraban una persona sin escrúpulos, vengativa y traicionera. Sabemos que la obra de Goya refleja el convulso periodo histórico en el que vivió, particularmente la Guerra de la Independencia, siendo algunas de sus pinturas más populares la Maja desnuda y el Fusilamiento del Dos de Mayo –comentó Borda, encantado con la belleza de su ciudad natal.
Retrato de Fernando VII del Museo de Arte Moderno de Santander.
-Observa, Borda, este otro cuadro está lleno de tachones y garabatos, ¿lo bajó al sótano o lo tiro a la basura? –preguntó Boya.
Borda, enojao, continuó:
-No seas burro, de pintura solo conoces el gotelé, vale varios millones de pesetas, es una lámina de un pintor muy famoso de arte abstracto. ¡Grrr…!
“BOCARTE REBOZAO, ARTE SALAO”
El viento no cesaba, volaban todo tipo de objetos de un lugar a otro, el caos en las calles de la ciudad era total, resultando muy complicado mantener el equilibrio, por lo que los cuatro raqueros, para evitar un accidente, decidieron regresar a su domicilio.
-Voy a leer el cartel que han colocao en la fachada principal del Ayuntamiento –dijo Proa.
Bando del Alcalde de Santander Excmo. Sr. D. Emilio Pino:
Queda terminantemente prohibido, mañana, 16 de febrero de 1941, a cualquier ciudadano que no goce de la pertinente autorización municipal, transitar por el centro histórico de la ciudad. A las 2 de la madrugada, como estaba previsto, entra en vigor el Estado de Guerra decretado por el Gobierno Civil para proteger la Electra de Viesgo, “fábrica de la luz”, en la calle Tantín, pues sería un golpe mortal que ardiese como una tea. Este edificio será imprescindible para recuperar la economía de la capital santanderina; por tanto, se procederá a dinamitar varios bloques de viviendas por parte de artificieros del ejército para que sirvan de cortafuegos en la zona norte y en la calle Sevilla.
Así pues, santanderinos, como alcalde de la capital de La Montaña, os exhorto, severamente, a que solo salgáis de vuestros domicilios en caso de extrema gravedad y a que atendáis con esmero y diligencia las órdenes de la autoridad competente.
Bomberos de toda España tardaron dos semanas en apagar el incendio.
La razón de que las pérdidas solo fueran materiales radicó principalmente en el desalojo meteórico que realizaron bomberos venidos de toda España, soldados del ejército de tierra y, sobre todo, solo en eso los santanderinos fuimos más fuertes que el viento sur y las llamas, en el trabajo que héroes anónimos llevaron a cabo desde un primer momento en la capital santanderina. El fuego habría llegado hasta Cuatro Caminos, ciertamente, de no haber sido detenido a través de cortafuegos, como se hizo en la calle Tantín, la más sonora de Santander, creados con el derribo de varios edificios, y también por los 22.000 litros/hora de agua dulce y salada que se emplearon en el siniestro. Después de conseguir frenar el avance de las llamas, los efectivos del cuerpo de bomberos tardaron aproximadamente dos semanas en apagar los rescoldos con el fin de que no se reavivara el fuego.
-Han cortado esta calle –adviritió Popa-, no dejan pasar, se está haciendo de noche, se ha ido la luz y los tranvías no funcionan. Regresaremos a Puertochico por el Río de la Pila y por la calle Santa Lucía, caminando, o a gatas, como podamos, el viento, no estoy tan flacucucha como Proa, mi hermano mellizo, me ha vuelto a tirar al suelo.
En el Teatro Pereda, esa semana, proyectaban “La vuelta del ruiseñor” (1937) con el siguiente argumento: un director de opera intenta conseguir que una soprano, a punto de romper el contrato, actúe en Buenos Aires. Esta película, en su sesión de tarde, como sucedió en la mayoría de las salas cinematográficas de la capital santanderina, en un sábado que se aventuraba especialmente complicado, se tuvo que suspender.
“BORDA, EN EL ESCENARIO, SE MOSTRÓ AUTORITARIO”
Los cines, sobre todo los fines de semana y festivos, eran punto de encuentro para los jóvenes. Las citas, en un principio, se concertaban en las puertas del Gran Cinema, del Capitol o del Coliseum, donde los grupos de amigos se reunían para hablar de lo divino y de lo humano con la excusa de comentar tal o cual película, para después picar algo en un buen restaurante o en un mesón próximo. Cuando los cines se encontraban en el casco urbano, los planes eran de lo más variado, pues la gente se desplazaba de una sala a otra en pocos minutos, veía el ambiente de cada sitio, al tiempo que paseaba agradablemente por la ciudad contemplando los escaparates y entrando, si apetecía, en cualquier tasca para comprar un bocadillo, un refresco o una rueda de churros en la calle Arrabal.
-No te pongas pesao, Boya, no vamos a parar en la churrería de la calle Arrabal, estará cerrada, como todos los comercios de la ciudad. No creo que haya nadie, en su sano juicio, las órdenes son tajantes, que esta tarde, salvo por obligación, como nosotros, que se atreva a salir de su domicilio –advirtió Popa.
-Camaradas, amiguetes, miembros del comando de raqueros del barrio pesquero, no da más de sí la OPERACIÓN: “EDIFICIO QUEMAO, RAQUERO CABREAO”, hasta aquí hemos llegao, vamos a descansar, nos espera una noche toledana, mañana será otro día –exhortó Borda.
-Ha dicho mi madre, ya ha avisao a las vuestras, nos ha preparado la cena y las camas turcas plegables, que vayamos a dormir a Tetuán –indicó Popa.
-Niños, taparos con las mantas, voy a cerrar las ventanas, llevan todo el día dando golpes, para que podáis dormir por lo menos un ratuco –comentó la Chulilla.
“INCENDIO APAGAO, RAQUERO ENCANTAO”
-¡Qué susto! ¡Qué ha sido eso? –gritó Proa-. ¿El vendaval ha tirao a Boya de la cama.
Boya tenía un sueño profundo, el caos no cesaba, ese tremendo estruendo que escuchó Proa se debía al golpetazo que dieron las campanas de la Catedral, antes de fundirse, al caer dentro del claustro.
El viento sur, funcionó como un soplete de mano, se había parado, pero luego llegaría el nordeste que trajo la lluvia para limpiar la atmósfera de polvo y ceniza. Durante el domingo, prosiguiría el incendio, cediendo por el este, pero avanzando en otras zonas de la ciudad. Ese mismo día, 24 horas después, llegaron más bomberos de varias ciudades españolas que penetraron en la zona calcinada; el lunes, 17 de febrero, la ausencia de viento favorece los trabajos de extinción, empiezan a desaparecer de las calles los muebles y los transeúntes sin hogar, y pasados quince días desde el comienzo del fuego se da por finalizada la catástrofe con el último foco extinguido: una casa, enfrente del Ayuntamiento, de la calle Cuesta.
Lógicamente, sofocadas las llamas, se suspendieron las clases por un tiempo indefinido, aunque el incendio no se ensañase especialmente con el barrio de los pescadores; pero el ciclón, desgraciadamente, causó cuantiosos daños a lo largo y ancho de la totalidad de la capital santanderina.
-Nos hemos ganao unas merecidas vacaciones –apuntó Borda-, tenemos que cargar pilas, alguno que yo sé no puede ni con los calzones, aunque sin olvidar, en cuanto nuestras ocupaciones no lo permitan, que tenemos una deuda pendiente con la ciudad más chula de España: “SALVAR SANTANDER ES UN PLACER”.
-Buenos días, mozalbetes, sois unos afortunaos, como buenos cristianos estáis invitaos en el Seminario de Corbán a unos venturosos ejercicios espirituales para examinar la conciencia, meditar, razonar y disponer el alma para eliminar los pecados y encontrar la voluntad divina –advirtió D. Alberto Pico (párroco)-. ¡Amén!
-¡Qué faena, reverendo, esta misma semana empieza la temporada de pesca de la anchoa, muy a pesar mío, no podré ir, lo siento, tengo que ayudar a mi padre! –apuntó Boya.
-¡Vaya por Dios, yo tampoco puedo asistir, D. Alberto, voy a coger almejas con mi madre en los arenales de Pedreña! No se preocupe, le prometo que me aprenderé el Padrenuestro de carretilla y rezaré todas las noches el “Jesusito de mi vida” –se disculpó Proa.
-¡Maldita casualidad, tampoco puedo acompañarle, lo lamento, tengo que ayudar a las rederas a remendar las redes de cerco para que los pescadores salgan a faenar esta madrugada! –alegó Popa.
-En fin, no se preocupe, D. Alberto, yo me encargaré personalmente de que cumplan con sus compromisos y de que no nos tomen el pelo. Además, les permitiré por las tardes que jueguen en la plazoleta a polis y cacos siempre que descarguen en la lonja las cajas de bonito, sardinas y chicharrucos de los barcos de pesca –afirmó Borda.
-¡Ave María Purísima! Desde luego, la obligación es primero que la devoción, soy uno de los vuestros, “EL CURA DEL PESQUERO TAMBIÉN ES UN RAQUERO”, pero no me deis gato por liebre. Otra cosa, no olvidéis colgaros en el cuello el escapulario de Nuestra Señora la Virgen del Carmen, patrona de los marineros, que os regalé en la Catequesis.
-¡Gracias, D. Alberto! ¡Es un usté un santo! ¡Viva la Reina de los Mares! ¡Vivaaa…! ¡Viva D. Alberto Pico…de Oro! ¡Vivaaa…! –gritaron los raqueros.
Y COLORÍN COLORAO EL INCENDIO DE SANTANDER YA SE HA SOFOCAO.
“QUIEN SE ATREVE A ENSEÑAR NUNCA DEBE DEJAR DE APRENDER. ENSEÑAR ES APRENDER DOS VECES”
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